Halloween no tiene nada que ver a la cultura norteña. Si nos pusiéramos finos, tampoco con la cultura nuestra en general, pero siempre es motivo para poder festejar y reabrir los libros, con la historias que han acompañado a las generaciones a través de los tiempos… y las noches.
En esta nota las historias de terror en nuestro Norte Argentino, precisamente en Tucumán.
Un castillo para nada familiar
Comenzamos con la más tenebrosa de todas, porque un lugar abandonado de por sí lo es. Muy cerca de San Miguel de Tucumán, a unos 50 kilómetros, se ubica el departamento Leales. Allí cerca de la confluencia de los ríos Salí y Colorado, en una zona conocida como La Junta se encuentra el Castillo El Castoral.
Para llegar hasta allí, se deja la ruta 157 a la altura de la localidad de Río Colorado y se continúa por un camino arenoso, ideal para que la adrenalina comience desde temprano. Este castillo, construido en un campo sembrado con tártago, le da el nombre a una construcción centenaria que guarda miles de historias.
Construido por el adinerado suizo-alemán Otto Ruckhaeberle en 1912 por pedido de Inés Beruti, una hermosa mujer que se lo pidió como prueba de amor. Otto, desapareció tiempo después, cuando ella lo abandonó. Lo que no abandonó a la zona fueron las leyendas y el misterio que lo envuelve. Hay quienes han escuchado pisadas en el monte sin ver a nadie, un sacerdote que se pierde en la oscuridad. Están los que ven una mujer muerta que flota en el río frente a los pescadores…
También están los que aseguran haber visto en el lugar mencionado antes una figura conocida como El Familiar. Este ser está implicado directamente a la actividad económica más importate de la provincia, ya que es un enorme y feroz perro negro sin cabeza que arrastra una pesada cadena, deambulando por las cañaverales de azúcar. Ligado fuertemente con el Diablo, anteriormente los dueños de los ingenios realizaban un pacto con este para que la industria fuese próspera y a cambio le dejaban comer peones.
El valle tucumano
Si sos un poco miedoso visitá Tucumán de día o mejor dicho, no vayan por la noche a Tafí del Valle. En la zona de los valles tucumanos los mitos y leyendas se multiplican. Y como en todo el Norte Argentino la Luz Mala siempre está presente. Esta luz aparece en las quebradas de los cerros tucumanos y su relación con un alma en pena que deviene en maldiciones siempre fue el temor en los pobladores.
Los que no creen dicen que es el reflejo de la luna en algún hueso de animal. La explicación más conocida sostiene que la luz se produce por gases emanados por objetos enterrados. Al cabar muchos se encuenttran con objetos de metal, huesos o urnas con restos humanos. Pero la mayoría que le teme a este gas con consecuencias devastadoras se mantienen alejados.
Este fin de semana puede ser una opción ideal para conocer esta hermosa provincia, de otro modo. Desde la oscuridad…
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